Chile necesita indicadores de productividad más robustos

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Necesitamos que en Chile se desarrollen indicadores robustos que den cuenta de las reales y complejas causas de las brechas de productividad.

Esta primera edición 2018 de Revista Hormigón al Día trae varias novedades que vale la pena destacar. Una de ellas es el rediseño completo de la versión digital de la revista (www.hormigonaldia.cl), con un formato más amigable y un reordenamiento que facilita encontrar y recorrer la información, no solo de la última edición sino de todas las ediciones anteriores.

Otra de las novedades son las nuevas secciones que hemos incorporado a partir de esta edición. Una de estas secciones corresponde a las “Conversaciones en Concreto”. Una mesa de conversación en la que nos reunimos con especialistas en temas relevantes para el quehacer del sector a intercambiar opiniones y experiencias.

La primera conversación de este año se centró en el tema de la productividad, donde comentamos los estudios que nos muestran lo atrasada que aparentemente está la construcción y como otros sectores de la economía se nos adelantan.

Fue una conversación sin duda muy interesante. Sin embargo, más allá de los diagnósticos y experiencias individuales de cada uno de los invitados y de los numerosos estudios disponibles, un aspecto siempre me ha llamado la atención, y es que en general todos los indicadores usados para medir la productividad en nuestro sector son altamente cuestionables en su metodología de cálculo o su relevancia práctica a la hora de pensarlos como una herramienta de gestión para el mejoramiento. Tanto la productividad media de la mano de obra en un extremo, un indicador macro muy usado, como las mediciones de rendimientos, en el otro extremo, no son capaces de dar luces reales de las causas de la baja productividad, ni tampoco de orientar las soluciones.

Cuesta aceptar que después de tantos análisis y discusiones sobre el tema de la productividad no hayamos sido capaces de desarrollar indicadores robustos que nos orienten no solamente respecto a los niveles de productividad reales, sino que puedan ser usados para entender las fuentes de las brechas de productividad y al mismo tiempo puedan ser usados como herramientas de gestión para el establecimiento de metas sectoriales.
Se dice que lo que no se mide no se mejora… Y es absolutamente cierto… Hay que medir la productividad para poder alinear los esfuerzos de mejoramiento con los resultados obtenidos. Pero esta frase tiene un segunda lectura que no siempre es explícita y es que “solo” se mejora lo que se mide, por lo que una mala definición de los indicadores que se miden no solo puede llevar a malos diagnósticos sino a intentar soluciones que nada tiene que ver con las reales casusa del problema que se trata de corregir.

Estudios específicos realizados –por ejemplo– en la minería, muestran más acertadamente como el fenómeno de la productividad es un problema sistémico, y que las soluciones probablemente también lo son. Los proyectos son hoy más complejos, con mayor cantidad de actores, mayor cantidad de normas y reglamentos. Esta mayor complejidad de los proyectos implica una mayor interacción entre sus partes, con lo cual soluciones locales o parciales no son necesariamente soluciones a nivel global.

Para entender las causas reales de la baja productividad en la construcción (fenómeno que se da no solo en Chile), necesitamos que se desarrollen estos indicadores robustos que den cuenta de las reales y complejas causas de las brechas de productividad. Además, debiéramos tener la sana disciplina de pasar toda nueva regulación por el filtro de la productividad.

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